jueves, 27 de marzo de 2008

El diablo viste de Victorio y Luchino

Mis amigos, conocidos en realidad ya que no gozo de ese privilegio, todavía me preguntan como es posible que esa mujer, no solo accediera a compartir su vida conmigo, si no que todavía lo haga.
Solo nosotros dos sabemos la verdad. Ahora también vosotros.
Años atrás, con amig..., perdón, conocidos comunes y habiendo coincidido varias veces, no pude resistirme a su belleza, inteligencia, bondad y ternura. Así se lo insinué repetidas ocasiones. Claro está que una mujer de esas, estas, características no iba caer a los pies de un gañán como yo.
Una noche, mientras dormía, inicialmente pensé que era un sueño, se me presentó un individuo perfectamente trajeado y que me recordaba vagamente a Robert de Niro.
- Vengo a ofrecerte un trato. Un pacto.
- ¿?
- Ah, perdona, me he saltado algo. Buenas noches soy el diablo y tal.
- ¿Desde cuando el diablo viste ese corte de traje?
- Ummm, ¿Quieres escucharme o criticar mi look?
- Vale, perdona. Me estabas hablando de un pacto.
- Si, iré al grano. Si la quieres a ella, solo tienes que firmar un pacto conmigo.
- ¿Ella?
- Ya sabes 'ella', la guapa, la deseada, bla, bla, bla.
- ¿En que consiste el pacto? ¿No querrás mi alma a la antigua usanza?
- Ya estamos. No, lo que te voy a pedir que firmes es otra cosa.
- Por favor, no le des mas vueltas.
- Bien
- sacó un papel doblado en varias veces del bolsillo interior de su chaqueta
- Veamos: Tendrás que hacerte cargo íntegramente de la casa todos los días que no trabajes, ella podrá elegir siempre el lugar de vacaciones y planificar el tiempo libre, podrá hacer que te pongas a dieta o vayas al gimnasio a su voluntad, decidirá el numero de hijos que tendréis, las veces que haréis el amor, la decoración del hogar, el menú de nochevieja y los invitados, cuando podrás salir con tus amigos, ver el fútbol,.... - Media hora después terminó de leer aquella menuda letra que conformaba la larga lista -.... y por último, también escogerá las películas cuando vayáis al cine.
- ¿Eso es todo? -
de Niro me miro y con sonrisa velada me extendió el contrato.
- Decídete, tengo prisa. Si te parece bien aquí tienes una aguja. Pínchate y firma.
- Estoooo, una duda.
- ¿Si?
- Aquí pone mi nombre y sitio para la firma. Si esto es un pacto ¿Donde firmas tú?
- Soltó una enorme carcajada.
- No te preocupes, pollo, si firmas ya te pongo mi nombre y dejo una gota de sangre de recuerdo.
- Bien, de acuerdo.
- Pinché un dedo y aplaste la gota contra el papel.
Él sacó una pluma, puso su nombre al lado del mío y con mi misma aguja se pincho y a modo de lacre dejo caer una oscura gota roja debajo. Misteriosamente, apareció una segunda copia exacta que me entregó.
- Toma, tu copia. Ahora que hemos firmado tengo que confesarte algo.
- Date prisa, tengo sueño. Recuerda que estaba durmiendo.
- Pues que no soy 'exactamente' el diablo, que no has leído la letra pequeña y que eres el primero, no solo que firma, si no que se lo piensa tan poco.
- ¿Me puedes explicar eso de la letra pequeña y el 'exactamente'?
- Miró el contrato firmado con sangre, sonrió y se encogió de hombros.
- Pues que la letra pequeña - me acercó una lupa de enormes proporciones - dice que si incumples el contrato, te despojaré de todas tus pertenencias y que vivirás el resto de tus días como una serpiente, arrastrándote sobre tu barriga.
- Magnifico, y lo de 'exactamente'
- Vale pues ....
- Se echó las manos a la espalda y como si estuviese buscando algo, las deslizó hacia abajo mientras un inconfundible sonido de cremallera resonaba en mi cuarto y en mi cabeza. A continuación se quitó el Robert de Niro a modo de mono de trabajo y de dentro, surgió ella. E L L A. Resplandeciente como siempre y desnuda como nunca. Miró mis ojos de búho.
- Si, ya sé que soy un poco tramposa, pero hijo no sabes lo difícil que es conseguir un compañero a mi medida. Nos vemos 'cariño'.
Me guiñó un ojo y desapareció dejando un de Niro arrugado en el suelo de mi habitación.
A la mañana siguiente me desperté empapado en sudor y agarrado a un trozo de papel con dos manchas de sangre al dorso. Lo miré y sonreí, reí como hacia siglos que no recordaba hacerlo. Ese mismo día comenzamos a salir juntos.
Hoy, 15 años después, tengo que contarles que ella en varias ocasiones ha intentado dejarme. Sin éxito, claro. En todas estas ocasiones saqué el contrato con sus hematíes estampados y le recordé la letra pequeña. Ya, ya sé que la letra pequeña me atañía a mí. No me refiero a esa, me refiero a otra mucho más pequeña que aparecía en un lateral, solo visible con microscopio. Esa que decía que sí ella incumplía el contrato, se vería despojada de su belleza, inteligencia, ternura y todo eso. Además de, claro, acabar el resto de sus días convertida en rata de alcantarilla.
No me miren así. Ya lo dice el refrán. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Y ahora perdonen que les deje. Debo quitarme este magnifico traje de Victorio y Luchino, recién comprado, de su colección de primavera. Tengo que preparar la cena y no me gustaría manchármelo.....