miércoles, 2 de enero de 2008

Abismos

A los ojos de cualquier observador podría parecer que miraba absorto la pantalla del ordenador, mientras una melancólica música surgía de los pequeños altavoces.
En realidad mis ojos atravesaban el cristal del ordenador. Y la pared de estudio y el muro del edificio.
Un campo yermo era mi actual paisaje. Un desierto observado desde el borde de un acantilado.
No puedo asegurar cuanto había durado el proceso. Creo que solo habían transcurrido unos pocos minutos desde que descubrí las cartas.
Estaba buscando aquel maldito papel del seguro del coche de ella. Iba a aprovechar que estaba en casa de vacaciones, solo y aburrido, para hacer lo que ella nunca encontraba el momento. No es posible que tenga un seguro a todo riesgo y vaya por ahí con el paragolpes casi colgando. Y claro, nunca tiene tiempo.
Primero hice lo fácil, aunque lo inútil. Buscar entre mis papeles. Allí estaba todo en orden, en la letra A del fuelle el contrato del Agua, en la H lo que nos queda de la hipoteca y ni por S de Seguro ni C de Coche aparecía lo que buscaba. No tendría mas remedio que echarle valor al asunto.
Me planté delante de su estantería, me remangué y brazos en jarras inspiré con fuerza antes de acometer la titánica tarea de encontrar algo en 'eso'.
Pasados unos minutos y con la mitad de las baldas revisadas apareció, detrás de una hilera de libros, una caja de zapatos llena de papeles. La abrí y eche un vistazo a los papeles de encima. Postales y felicitaciones navideñas antiguas. No entiendo que manía de guardar esas cosas durante años. Iba a ponerle la tapa y devolverla a su sitio cuando me pareció ver algo diferente en el fondo.
Un forro de plástico transparente, lleno de sobres azules.
Con curiosidad, saque el paquete y dejando la caja en el suelo comencé a hojear su contenido. Eran cartas sin remitente, dirigidas a ella. Los matasellos delataban que abarcaban un periodo de un par de años, hasta hacia algo más de uno. Abrí una de las cartas y la leí.
Después abrí otra y otra más. Así hasta acabar la última. Las deje en su sitio con cuidado y me senté. Recordé que hacia un año aproximadamente, me preguntó como darse de alta una cuenta de correo electrónico y se lo expliqué.
Enciendo el ordenador y al acceder a la página de su webmail, encuentro que su nombre de usuaria esta puesto. Pero desconozco su contraseña. Pulso sobre "Recordar contraseña" y la pregunta de "Nombre de Hotel" aparece en la pantalla. Miro la fila de libros que esconde la caja de zapatos con las cartas de color cielo y no dudo al introducir el nombre del hotel. El sistema me recuerda su contraseña, "eresmivida".
Minutos después había leído decenas de correos, enviados y recibidos.
Sigo mirando hacia abajo, al vacío que surge de las puntas de mis zapatos. El abismo aunque infinito se hace acogedor.
Suenan unas llaves en la puerta. Se de donde viene. Lo he leído hace unos instantes.
Si ella sigue regresando a casa, no seré yo quien se lo vaya a impedir. En cualquier caso la caída ha comenzado y da igual la naturaleza de la brecha. Sé que no tiene final.
Con el dorso de la mano me aseguro que no tengo rastro de lágrimas en mis mejillas.
Me levanto para recibirla como otras tantas veces, aunque ella no sepa que nunca será igual. Dejo atrás la nueva canción que ha comenzado a sonar desde el ordenador y salgo al pasillo.

Yearning for more than a blue day
I enter your new life for me
Burning for the true day
I welcome your new life for me
Forgive me, Let live me
Set my spirit free .....

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