jueves, 1 de octubre de 1998

El Astronauta

Antonio observaba por la estrecha escotilla de la nave espacial ( a cualquier cosa llamaban eso!!) como la tierra se precipitaba hacia él vertiginosamente. Los escudos térmicos de la nave habían empezado a coger un color rojo cereza del calor al que eran sometidos. Unos 10 minutos, calculó mentalmente, para llegar. Mientras finalizaba su viaje intentó alejar su pensamiento de como algunas partes de la nave se iban desintegrando por el calor y recordó como había llegado hasta allí.
Cuando le comentaron en el Institute que estaban buscando voluntarios para un programa espacial finés y que había sido seleccionado, le sorprendió, ya que para una tarea de tanta responsabilidad y prestigio deberían de haber escogido a un nativo de aquellas salvajes tierras. Rápidamente pensó, que por fin se habían dado cuenta de su inteligencia superior y de su valía como científico. Cuan equivocado estaba !!.
Al principio sospecho algo raro cuando le avisaron de que en breves semanas partiría al espacio. Cuando comento que cuando empezaba el entrenamiento todos se echaron a reír e intentaban disimular las carcajadas tapándose la boca con las manos. Creyó que confiaban en el.
Por fin llego el día. Lo llevaron hasta el lugar del lanzamiento y allí pudo observar la "astronave”. La apariencia a primera vista era la de un montón de chatarra herrumbrosa con un pequeño cubículo en la parte superior y algo parecido a unas toberas en la parte inferior. Cuando se detenía a observarla minuciosamente, el aspecto empeoraba ostensiblemente.
Antonio pasó el resto del tiempo que le quedaba hasta el despegue pintando un rotulo con una brocha y un resto de pintura que le habían dejado. Cuando termino se alejo para verlo en su totalidad y con los puños apoyados en las caderas observo satisfecho su trabajo:
"Botijo I" ese era el nombre con que había decidido bautizar la nave.
El momento del despegue llegó. Lo subieron con una triste grúa y le indicaron como tenia que sentarse y sujetarse. Todos salieron corriendo e instantes después comenzaron a rugir los motores. Después de algunos segundos de traqueteos, explosiones y humo, observó como se alejaba lentamente de la tierra.
Una vez en órbita y como no le habían dado ninguna instrucción sobre lo que tenia que hacer, comenzó a curiosear por su alrededor. Pasadas 3 horas sintió hambre y abrió la puerta que tenia a su izquierda y que le habían dicho que contenía la comida.
Al abrirla se quedó perplejo. Había una pantalla de ordenador, varias palancas , luces colores y una nota que decía "To eat, turn on the computer", intrigado encendió el ordenador , al cabo de unos segundos en la pantalla apareció lo siguiente:
"¿Cuantos son 2 + 5?". Antonio pulsó 7 y en ese instante un dispensador de la parte inferior dejó caer un puñado de cacahuetes. "¿Cuantos círculos rojos aparecen en la pantalla?" . Antonio contestó en el teclado con un 3 . Ahora fue un plátano lo que salió.
A continuación el ordenador preguntó "¿Cual es el resto de la división de la respuesta de la primera pregunta y el numero de círculos rojos de la segunda pregunta?". Un sudor frío recorrió la espalda de Antonio que pulsó la tecla del 2 , casi instantáneamente recibió una brutal descarga eléctrica que casi le hace perder el conocimiento. Dos semanas después del despegue y a pocos minutos de regresar a la tierra había perdido 15 kilos, tenia hambre y le aterrorizaba recibir otra de aquellas descargas..
Estaba en estos pensamientos cuando el ordenador comenzó a emitir pitidos. Observó el texto que aparecía en la pantalla. "Bienvenido a la última prueba. Si responde correctamente se iniciará la secuencia de apertura de los paracaídas. Si falla .. bueno no pensemos en eso. La pregunta es: averigüe cuantos triángulos verdes encajarían en los círculos rojos cuya superficie es inferior a la de los cuadrados azules". Con un gesto simiesco, propio del mono Amedio, observó la pantalla repleta de figuras de distintos colores, formas y tamaños, mientras se arrascaba la parte superior de la cabeza con los dedos. Dudo un instante y dio un vistazo por la escotilla. Cada vez se llenaba mas rápidamente de nubes, océanos y tierra. Dudo y pulso el número 5 . Décimas de segundo después recibió la familiar descarga eléctrica. Volvió a mirar por la escotilla y pudo observar los rasgos ya distinguibles de la región de los mil lagos que se abalanzaba hacia el a una velocidad pasmosa.
Su último pensamiento fue para los 3 únicos plátanos que había conseguido, en aquellas semanas , sacarle al maldito ordenador ...

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